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Crónica de la vacuna anti-COVID 19. ¿Qué riesgo supone Omicron? ¿Cómo luchar contra ella?

Un estudio realizado por la Universidad de Oxford encontró que los regímenes de vacunas de dos dosis de Pfizer y AstraZeneca no pudieron producir suficientes anticuerpos neutralizantes contra Omicron.  Es decir, apuntan a que esta variante es capaz de engañar a la primera línea de defensas humanas —los anticuerpos inducidos por la vacuna o por una infección previa— y provocar nuevas infecciones leves en los vacunados con solo dos dosis y en las personas que ya han pasado la covid. La eficacia de dos pinchazos de Pfizer para prevenir estos casos leves cae tras cuatro meses hasta el 35% frente a ómicron, según un análisis provisional de la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido. Con dos inyecciones de AstraZeneca, la protección sería del 0%, siempre hablando de infecciones leves.

El mismo estudio señala que una tercera dosis con Pfizer eleva la protección al 75%, en el caso de los que ya estaban vacunados con dos pinchazos de esa marca, y al 71%, en el caso de los que recibieron AstraZeneca. Un estudio realizado por investigadores del Hospital General de Massachusetts, Harvard y MIT ha concluido que las vacunas de refuerzo ayudan a neutralizar a la variante Omicron. Las tres vacunas Covid-19 autorizadas en los EE. UU., es decir, Pfizer-BioNTech, Moderna y J&J, protegen significativamente menos contra Omicron en las pruebas de laboratorio, pero una dosis de refuerzo restaura la mayor parte de la protección

La única salida que queda es, pues,  ponerse la vacuna de refuerzo lo antes posible.

Otra vía para luchar contra el virus son los antivirales administrados por vía oral.

 

La esperanza del antiviral Paxlovid. Luces y sombras.

El pasado jueves la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés) admitió el uso de Paxlovid, una píldora desarrollada por Pfizer que podría convertirse en la herramienta más importante para luchar contra el virus una vez confirmado el diagnóstico.

El objetivo del nuevo fármaco es prevenir la enfermedad grave, así que “debe administrarse lo antes posible después del diagnóstico”, especifica la EMA, “y dentro de los cinco días posteriores al inicio de los síntomas”. Este tratamiento oral está compuesto por dos principios activos, la nueva molécula nirmatrelvir o PF-07321332, específicamente desarrollada por Pfizer contra el coronavirus, y ritonavir, un conocido antiviral. En principio, son comprimidos separados que deben tomarse juntos dos veces al día (es decir, una vez cada 12 horas) durante cinco días. La idea es que se podría administrar a personas que, una vez contraída la infección, estén en riesgo de sufrir complicaciones.

Estos datos están avalados por un estudio desarrollado por la compañía cuyos resultados finales se dieron a conocer el 14 de diciembre. Paxlovid reduce el riesgo de hospitalización o muerte en un 89% si se toma dentro de los tres primeros días tras la aparición de los síntomas, una cifra que se mantiene casi idéntica (88%) si se toma en los cinco primeros días, según los datos de un ensayo en el que participaron 2.246 personas no vacunadas y con alto riesgo. En concreto, solo el 0,7% de los pacientes que recibieron la pastilla (5 de 697) tuvieron que ser ingresados por covid en los 28 días posteriores, y ninguno de ellos falleció. Por el contrario, el 6,5% de los pacientes que recibieron un placebo fueron hospitalizados (44 de 682) y, entre ellos, finalmente se produjeron nueve muertes. Además, funciona incluso frente a la variante ómicron.

La información procede de la propia compañía, aunque tanto la EMA como la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) han tenido acceso a los datos, que seguirán revisando de cara a una futura autorización definitiva, como sucedió con las vacunas. Los resultados del nuevo tratamiento son muy contundentes, pero lo cierto es que el visto bueno a este fármaco deja paso a numerosas dudas. ¿Con qué criterio se administrará? ¿Qué coste tendrá para el sistema sanitario si su uso es generalizado? En el mejor de los casos  podemos pensar en que la píldora de Pfizer llegará hasta donde no llegan las vacunas y puede convertirse, junto a ellas, en el arma definitiva para controlar el SARS-CoV-2. Siendo más pesimistas, el corto margen en el que puede administrarse (esos cinco días posteriores a la aparición de los síntomas) podría hacer que muchos pacientes no fueran diagnosticados a tiempo.

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